domingo, 28 de septiembre de 2008

Realidad paralela



Este post tiene nombres y apellidos, los cuales no serán revelados, son confidenciales. Pero la historia a continuación puede ser leída, juzgada y comentado por quien quiera… incluso por ti.

Cuando lo vi no sentí el click famoso de Tula, ni mariposas en el estomago como las protagonistas de las telenovelas mexicanas. Su paso fue ignorado por mi contexto. No me di cuenta de sus “gentilezas” de las que todos hablaban. Es mas ni siquiera me detuve a contemplar esos ojos misteriosos que guardan su historia, sus pensamientos más paganos y nobles.

Él, logró hacerme vivir una corta pero sustanciosa realidad paralela. La cual no duró como hubiésemos querido, fueron menos de 100 noches. Logramos interpretar la mejor canción de amor sin necesidad de escucharla y cantarla. El instante previo a nuestro primer beso no fue de película romanticona, no hubo velas prendidas, ni una noche de luna llena mucho menos un coqueteo expuesto a la merced de los transeúntes…

Fue así: Un viernes después de una salida nocturna, abordamos un taxi, él se sentó a lado izquierdo y yo a la derecha. Pasaron varios minutos de cabecear ambos, hasta que se acercó y puso su brazo sobre mi hombro, hasta ahí todo estaba bien, era algo normal. De pronto estaba tan cerca que sentí su respiración en mi cara, al tratar de mirarlo sus labios ya se habían apoderado de mí, estaba presa sin haber recibido una orden del juez.

¡Dios nuestro aliento era terrible! Él había bebido varias cervezas y un poco de vino; yo, que no suelo tomar, ese día lo hice y no satisfecha probé todo vaso que pasó por mi nariz, era la primera vez que el olor a alcohol me incitaba a seguirlo. El taxista que nos llevaba fue el único testigo del primer momento en que empecé a fluir; en el que no pensé en nada, ni siquiera que mi boca apestaba -quizás para los hombres esto no sea importante, pero para nosotras sí, lo usual es que uno ande en la cartera con mentitas, halls o trident. Total la primera impresión es la que cuenta, después no hay problema-.

No pasaron ni dos horas y ya sabíamos leernos entre líneas, éramos un par de extraños compenetrados, unos amigos, conocidos, aliados, compañeros, camaradas, extranjeros, exploradores, que simplemente estábamos ahí: lejos de nuestro ambiente -tal vez deba decir lejos de mi escenario-. En ese momento él era el dueño de la situación. Les ha pasado alguna vez que su acompañante desempeña el rol de “sujeto dueño del mundo”, y sin que él lo indique una voz tácita dice: estás en mi cancha, una profesional, no es para principiantes, así que sal y demuestra tu juego, aquí no hay pierde. Esto fue lo que me pasó. Y no es que esto sea malo o bueno, aquí entraríamos en los dilemas de la moral, dilemas que por muchos años me persiguieron y aún no se alejan del todo… Así es el fútbol, la vida real

Hoy una amiga me preguntó si aún siento algo por él. Y la respuesta fue un sí, pero uno dudoso. No puedo hablar de amor a primera vista, no fue así, ni se acercó al flechazo, nos conectamos después, luego de conocer nuestra historia, de saber –en pequeñas cantidades- quién era quien… Creo que el ver nuestro lado oscuro logró conectarnos al 100%, a pesar que mi buen compañero de letras MAC dice que idealicé demasiado a ese chico y es probable.
Nunca nadie me atrajo tanto después de escucharlo. Tuvimos y tenemos, creo, una sintonía muy especial; compartíamos los mismos sueños y hasta algunos gustos musicales, aunque su orgullo no le permita aceptarlo, fue así. Con él experimenté vivir mi poema preferido de la adolescencia, comprendí cada verso leído.

Nuestra estadía se limitaba a quedarnos pegados con el atardecer, enterrarnos en la arena, chismearnos todo, echarnos a reír de mis pensamientos más alucinógenos, sin necesidad de estimularme con alguna sustancia natural inmersa en él…

Contigo aprendí a escucharme en otra dimensión. Entendí que es mentira esa frase de siempre te llevaré conmigo… Al final pasamos más noches separados de las que pensamos estaríamos juntos, pero eso era lo que venía: el segundo paso, ¿verdad?

Lo vivido queda en esa dimensión del ayer, uno no puede cargar siempre con la misma mochila, hay que vaciarla o comprarse una nueva para llenarla de nuevas posibilidades. Debo confesar que yo no he cambiado de mochila, aunque sí saqué todo menos el libro que él dejó.

A veces hay que seguir nuestros impulsos, ellos te pueden conducir a pasajes maravillosos: información valiosa para la memoria, sobre todo si logramos captar las claves secretas del lugar ingresado… ¡Yo ya las tengo!


Aquí les dejo esta magnifica canción de Silvio Rodríguez, uno de mis trovadores preferidos. La misma que acompañó esta historia.



viernes, 26 de septiembre de 2008

un post del recuerdo

Hace unos meses, cuando hacia mis prácticas en un diario limeño, me dieron la tarea de redactar una nota por el día de "los enamorados". Cuando me la encomendaron, pensé, demonios ahora debo ir a todos los lugares adornados con globos rojos, rosas, cintas, entre otras cosas; que para mi gusto terminan siendo patéticos. Pero para mi buena suerte no fue así, el artículo hablaría del desamor, de lo que hacemos cuando nos rompen el corazón. Así que junto con mi editor decidimos poner un post, en el blog de la sección, para que los lectores cuenten sus casos, con estos se logró armar una nota muy útil, al menos para mí. Aquí les dejo el post, ojalá se animen y comenten su experiencia, puede ser una gran terapia...



¿Qué haces cuando te rompen el corazón?

Debo confesar que solo una vez celebré el día de San Valentín y solo una vez también, me rompieron el corazón. Al terminar una relación pasamos por dos momentos, el primero es disfrutar nuestra soltería y el segundo, nada agradable, el proceso del olvido, este es el que más duele. El orden depende del contexto.




Cuando me destrozaron el corazón, sentí que mi vida se terminaba, era la primera vez que tenía un dolor tan fuerte que ningún analgésico podía calmar. ¿Cómo se cura el desamor?, me pregunté varias veces. Mi madre me dijo que solo el tiempo era el encargado de curar las heridas. Pero el tiempo no existía para mí. Fue una etapa difícil. Hoy es graciosa, aunque en ese momento mi universo cambió, me daba exactamente lo mismo estar despierta o dormida, casi no comía, llegué a pesar 38 kilos, mis huesos empezaban a sobresalir por mi diminuto cuerpo, sentí por primera vez que moría.

Dicen que lo peor es una mujer despechada. No sé si somos más vengativas o impulsivas que los hombres, lo cierto es que atravesar por el rompimiento de una relación afectiva es igual de difícil para ambos y debemos saber llevar nuestro proceso de duelo, así me lo explicó mi psicólogo, textualmente dijo: Giuliana es normal que te den ganas de llorar de la nada o al escuchar una canción que te recuerde a esa persona, estas en un proceso de duelo, debes entender que ese chico ya no forma parte de tu vida. No te preocupes este período dura tres meses, sigue haciendo tus cosas, trata de mantener la mente ocupada. Era fácil escucharlo pero hacerlo se convertía en una odisea.Hay personas que han llegado a suicidarse por un desamor. La depresión nos puede llevar a hacer cosas jamás imaginadas, por ello debemos aprender a curarnos y a sobrevivir con esta enfermedad que empieza atacando al corazón, pero puede terminar por destruirnos completamente.

Para Octavio Paz el tiempo del amor no es grande ni chico: es la percepción instantánea de todos los tiempos en uno solo, de todas las vidas en un instante. No nos libra de la muerte pero nos hace verla a la cara.
¿Y para ti cómo es tu tiempo de amor? ¿Qué haz hecho cuando te rompieron el corazón? Antes de responder, les recomiendo escuchar al gran Calamaro con este tema que no necesita presentación, como dijo mi buen amigo Miguel Ángel: Andrés tiene las mejores canciones de desamor.




miércoles, 24 de septiembre de 2008

Yo nunca vi a los duendes


Desde que tengo uso de razón nunca he visto a un duende. Recuerdo que de niña todos mis amigos decían verlos y por más esfuerzo que hacía nunca pude conocerlos en vivo y en directo. Incluso rezaba, le pedía Dios que por favor hiciera que aparezcan en mis sueños, juraba que me portaría bien si me hacía el milagro. Era inútil, no me escuchaba o de repente le rezaba a otro ser imaginario… No lo sé.

La única imagen que tengo de un duende es la comercial. Un pequeñito vestido de verde, con orejas y zapatos puntiagudos, que algunos son buenos y otros malos y que sus victimas preferidas son los niños sin bautizar. Algunos dicen que solo esos niños tienen la oportunidad de verlos. Quizás yo nunca conocí uno porque me bautizaron a los 2 o 3 años. Creo que mi mamá tenía miedo de encontrarme debajo de mi cuna con moretones.

Recuerdo que un viernes por la tarde salí al parque a jugar con mis vecinos y compañeros de diversión, todos mayores que yo. De pronto alguien me dijo: ¿lo viste? y yo qué cosa, ¿no lo ves? ¡Detrás del árbol, ahí está! ¡Mira! ¡Mira! ¡Mira! No vi nada. Todos podían ver a los duendes menos yo. Así que un día mentí, dije miren chicos ahí hay un duende, dónde preguntaron mis amigos, ahí debajo del carro rojo… ¿debajo del carro? Preguntó Arturo, se quedó pensando y dijo: eres una mentirosa, los duendes no se ponen debajo de los autos porque los pueden chancar. A lo que yo muy astuta respondí: no los chancan tonto, ellos se pueden volver invisibles y se van…
Han pasado los años y aún sigo creyendo que estos personajes solo existen mientras uno quiera que así sea. El poder de la mente es demasiado fuerte. El secreto lo dice, les recomiendo el libro o la película The Secret. Pero volviendo a estos renacuajos con poderes mágicos, tengo una pregunta ¿cuántos de ustedes han visto uno? ¿Les han hablado? ¿Qué les dijeron?


Este duende va para mi querido amigo Gino Ballón: